Daniela García, la nueva cara visible del Hogar de Cristo en Aysén
A la experta en pobreza del Hogar de Cristo en Aysén, como a todos, le preocupa la inflación que afecta al país. Su organización ya estima un déficit de mil 200 millones de pesos por el alza del IPC. Pero al mismo tiempo la llena de esperanza que, pese a todas las dificultades económicas y de todo tipo, diez hombres en situación de calle de la Hospedería de Coyhaique quieran aprender a leer y a escribir, y asistan a clases sin falta. “Eso es dignidad”, dice.
Esta joven trabajadora social de 34 años, es la nueva cara de la organización del padre Hurtado, en Aysén. Una causa social con gran presencia en Coyhaique, donde funcionan una Hospedería, que acoge a 37 personas en situación de calle; un Programa de Atención Domiciliaria (PADAM), que vincula a personas mayores con las redes de asistencia sanitaria de su territorio; y un Programa de Acogida, donde viven 20 personas en situación de calle, que además sufren problemas de consumo. A esto se suman otra Hospedería en Aysén, que recibe a 22 personas en extrema pobreza y otro Programa de Acogida, que alberga a 20 personas en situación de calle.
Que los programas sociales de Hogar de Cristo funcionen igual que una casa, con el agregado de que reciben a los más pobres entre los pobres, hace que el alza del IPC -cuya variación de precios podría superar el 12% anual- los afecte aún más duro.
“Esa diferencia nos está golpeando, sobre todo la fuerte alza de los precios de los alimentos. Y de los gastos básicos: del combustible, tan necesario para pasar este tan frío invierno, y de los productos de aseo y sanitarios, porque la emergencia por COVID-19 no amaina”, dice Andrea.
¿Qué medidas están tomando al respecto?
Como cualquier casa chilena, nos estamos ajustando. La única diferencia es que para nosotros está en juego la vida de 33 mil personas que dependen diariamente de que el Hogar de Cristo siga entregando alimentos, medicamentos, abrigo y compañía. Es un tema de vida o muerte para miles de personas.
Andrea se refiere a los más de 16 mil adultos en situación de calle, con discapacidad mental, con consumo problemático de alcohol y otras drogas; de adultos mayores; de niños, niñas y adolescentes excluidos del sistema escolar; de lactantes y párvulos de los territorios más críticos del país; de los marginados del mercado laboral, cuya vida se ha encarecido aún más por el alza de los precios.
“En Coyhaique, hay adultos mayores que necesitan que lleguemos a sus hogares con medicamentos y alimentos, una tarea que se ha encarecido fuertemente. El solo hecho de llegar a ellos nos significa un gasto en bencina superior al millón y medio de pesos al mes, por eso el alza de precios, es un tema de vida o muerte. Si el alza continúa y no tenemos dinero para el traslado, la comida o los medicamentos, ¿quién cuidará de ellos?”.
Sucede lo mismo con los gastos de alimentación, de calefacción, de transporte, de aseo e higiene. Para Hogar de Cristo, el alza del IPC es una suma que se multiplica en el total cada mes y tiene estimando un déficit presupuestario de mil 200 millones de pesos en su operación nacional.
¿Qué ítems son los más afectados en Aysén?
La calefacción, por lejos. En la Hospedería de Coyhaique nos abrigamos con caldera a pellet y, en el caso de Aysén, con caldera a gas. Por un lado, tenemos el alza de los valores y, por el otro, la estación de invierno, que está siendo particularmente frío, y siempre significa un gasto doble en calefacción.
¿Se han visto obligados a eliminar parte de su servicio?
No, el estándar de calidad que entregamos en nuestros programas se tiene que mantener igual, no hay excusas, es un tema de derechos humanos que no se puede abandonar. Pero la realidad nos está golpeado y hay que ajustarse. En alimentación, por ejemplo, hemos cambiado el menú de las comidas y si antes se comía carne cuatro veces a la semana, hoy se come sólo dos veces a la semana. La idea es mantener el servicio pero bajando los costos.
Andrea asumió la jefatura de Hogar de Cristo hace tres años, en medio de movilizaciones sociales, una pandemia y la actual crisis económica. Afirma que esos desafíos le han entregado mayor fortaleza a la hora de tomar decisiones difíciles. “No han sido años fáciles para nadie. Nosotros hemos tenido que mantener viva la causa del padre Hurtado a pesar de todo, en medio de la muerte de participantes y compañeros de trabajo, y casi no tuvimos tiempo de hacer el duelo de aquellos que partieron en estos años. Es fuerte, pero no hemos tenido elección. Las personas más pobres no dejan de necesitar ayuda porque golpea una pandemia, un estallido social o una inflación; es más, las necesidades se acrecientan”.
¿Qué dirección le quieres dar al Hogar de Cristo en este territorio, tan hermoso y tan lejano?
Quiero que la causa del Hogar de Cristo se vuelva a abrir a las personas, y con eso me refiero a volver a ser un lugar cercano para los vecinos. Quiero volver a abrir las puertas del Hogar de Cristo, para que la gente venga, para que conozcan de qué se trata esta misión. Yo sé el efecto que tiene esta causa en las personas; aquel que cruza las puertas del Hogar no volverá a ser el mismo después de irse.
¿Qué causa te transformó a ti?
Antes yo trabajaba con niños vulnerados, eso me marcó de por vida. Hoy me conmueve mucho el esfuerzo de las personas en situación de calle que están asistiendo a la escuela de alfabetización que instalamos en el Programa de Acogida de Coyhaique; es un esfuerzo tan digno. Hablamos de diez adultos que quieren aprender a leer, a escribir. En el fondo, personas que quieren salir adelante, es muy emocionante, tienen clases lunes, miércoles y viernes, y asisten sin falta.
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